domingo, 19 de mayo de 2013

La política del miedo. Alejandro Bonilla Calvo.


No parece necesario recrearse a estas alturas de la película en los detalles más escabrosos, en las imágenes de casquería y vísceras que son consecuencia en gran medida de la crisis económica, financiera y política por la que atraviesa nuestra sociedad.

(http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/44850-lista-completa-de-todos-los-tijeretazos-y-recortes-sociales-realizados-en-el-estado-español.html)

Resultaría abrumador detenerse a enumerar los recortes, la destrucción de empleo, el desmantelamiento del sistema de protección social, el derrumbamiento del Estado de Bienestar o la desprotección a la que se ve sometida la ciudadanía a causa de las desavenencias de los grandes mercados.

En su lugar, sería mucho más interesante plantearse el porqué de este "sometimiento", esta sumisión, esta falta de resistencia o falta de afluencia en las protestas que se organizan religiosamente cada semana en decenas de ciudades.

¿Por qué?

Existen muchas respuestas a esta pregunta, pero quizá la que más peso tenga en la práctica sea "el miedo".

El miedo a perder el trabajo. El miedo a perder el futuro, el miedo a alejarse de la normalidad, el miedo a perder el rumbo en una trayectoria de vida bien definida. El miedo a la policía, al golpe, a la persecución, a la sanción económica, a entrar en prisión. El miedo a ser represaliado.

El miedo, ese arma de destrucción masiva con el que cuentan los poderes políticos hegemónicos y que históricamente ha jugado un papel importantísimo para el desarrollo de los acontecimientos, es un elemento represivo. En las relaciones internacionales prima el ver quién la tiene más grande, y en la lucha diaria de intereses entre dominantes y dominados, el miedo es la baza, la mejor baza.

La sociedad contemporánea puede entenderse en términos de barrera, de muros, de fronteras. Es conocido el discurso a cerca del adoctrinamiento en la cultura individualista que aplasta conciencias y las subordina a los intereses económicos, "el sistema actual ha convertido a las personas en máquinas, en átomos, en sujetos alienados que han perdido toda conciencia por lo social, todo interés por lo humano, por relacionarse" dicen. "Aquí cada perro se relame su capullo" dicen.

La gente teme salirse de la fila, teme sentirse sola. Ese individualismo, esa fuerte separación entre las personas desprovistas hoy de los elementos básicos para la interacción, el diálogo y la política en general, son las que conducen a la ciudadanía al borreguismo.

La respuesta a la falta de humanidad, a la falta de espacios de reunión, a la "soledad", es necesariamente el conformismo.

Si no encuentro el espacio para confluir, coordinar y sentirme parte de algo, me sentiré menos aislado o aislada si pertenezco a una estructura mucho mayor, el rebaño.

Erich Fromm, en su libro "El arte de amar", describe el alto grado de conformidad en las democracias de su época como una respuesta natural del hombre y la mujer para conseguir una sensación de unión ante la frialdad del capitalismo.

Esto es, si nos sentimos solos, nos volcamos en el grupo para sentir pertenencia, para sentirnos uno.

Por el contrario, el que se deja llevar o la que se deja llevar, no tiene por qué ser consciente de ello. El mundo es un gran escaparate: de ropa, de complementos, de elementos que nos hacen únicos y únicas: "Este bolso de esta marca, esta marca de tabaco, esa bebida, aquellas zapatillas, tales pendientes, cuales estéticas, mi música y tu música...." esa falsa sensación de individualidad, es la que justifica el ponerse a favor de la corriente y ser uno más, o una más, puesto que siempre nos creeremos que somos un individuo, a pesar de no pararnos a pensar por nosotras mismas.

En todo momento tendremos la sensación de ser únicos, de ser únicas, de que nuestras decisiones son absolutamente personales, pero es imposible no encontrarse tremendamente influenciados e influenciadas por la televisión y la cultura en general. La individualidad, no debería estar determinada por lo material, si no por lo que es propiamente humano. Así, nuestra individualidad hoy, depende más de lo material que de lo humano. Lo humano, lo relegamos a lo que dicte la mayoría.

En "El miedo a la libertad", Fromm explica como el miedo a la toma de decisiones es el que impulsa a las personas a ceder su autonomía en forma de voto a alguien, entregándole todo el poder para que decidan por él o por ella, para así desentenderse de la mayor virtud del ser humano, la razón y la libertad. La política.

A la gente le gusta vivir sometida, es mucho más fácil. Es la eterna pregunta... "Si el ser humano no sabe gobernarse a sí mismo ¿cómo puede entonces gobernar a los demás? o si por el contrario, sí sabe ¿para qué necesita que le gobiernen?" (Anónimo).

Otros autores, como Gustavo Le Bon o Sigmund Freud, analizan la psicología de las masas en contraposición a la individual. Le Bon señala que "El más singular de los fenómenos presentados por una masa psicológica es el siguiente: cualesquiera sean los individuos que la componen y por diversos o semejantes que puedan ser su género de vida, sus ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el solo hecho de hallarse transformados en una multitud les dota de una especie de alma colectiva. Este alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por completo distinta de como se sentiría, pensaría y obraría cada uno de ellos aisladamente....."

Entonces... ¿Por qué? ¿Por qué la gente no se sale de la fila, aunque en su discurso se interprete que estan a favor de las protestas, en contra de las políticas actuales? ¿Por qué si lo ven injusto, no hacen nada?.

Miedo.

Las personas sienten terror hacia la posibilidad de perder lo poco que les queda y en caso de obviar esos temores, si se resisten, si se colocan del lado de la contracultura, serán condenados... y nadie quiere ser condenado.

Este sistema parece injusto, pues bien, el mero hecho de no posicionarse en contra es un acto que equivale a posicionarse a favor, a dejarse llevar por la normalidad, por la seguridad. Salirse del sistema, en cambio, implica un alto riesgo de ser señalado.

Es por ésto que considero que este miedo, es un arma represiva más. No sólo duelen los golpes, no sólo existe ese miedo al cuerpo represor si no a la represión en sí.
Buscar una alternativa es sumarse a la minoría, y es más fácil el permanecer en la corriente, aludiendo a la necesidad de cambios, sin jugarse el cuello por una causa, fuere cual fuere.

Es fácil decir "estoy a favor de", sin "comulgar con"... Suele pasar que el miedo a "frontearse" con el poder, a generar conflicto, va acompañado de una actitud condenatoria. Los medios de manipulación juegan un papel importante ahí, señalan y condenan cada protesta y cada acción para darle carnaza a la masa, que sin saber muy bien lo que ocurre, levantarán el dedo también contra sus propios compañeros y compañeras. Señalan y condenan a la minoría; La mayoría se sumará a la condena, pues teme ser señalada también.

Se transforma en odio el miedo a lo desconocido. Ya se encargará "el poder" de no darle voz al pueblo para ganarse el voto y el respaldo de la masa.

Poner al límite a la población, ahogarla hasta el punto de eliminar toda intención de luchar y plantar cara, es represión.

Infundar terror sacando a los perros, mediante policía, mediante acusaciones, detenciones y mentiras, es terrorismo de Estado, es el gobierno del miedo.

El mirar por sí mismo, por tí misma, no es en absoluto algo malo, ni muchísimo menos. Pero cuando el sumarse al rebaño se convierte en la única opción para no ser juzgado, cuando el continuismo es una opción que uno o una elige por miedo, entonces, estamos ante una clara situación de opresión, una situación represiva.


No hace falta decir qué es lo que la ciudadanía necesita para enfrentarse al miedo; Unión, crítica, espacios de debate, diálogo y valor, valor para decir basta ya.

BASTA YA!




Enlaces de interés:

http://www.tomalatele.tv/web/?tag=represion-policial

http://kaosenlared.net/





Alejandro Bonilla Calvo. 2ºA3
Facultad de Trabajo Social; Curso académico 2012-2013.



No hay comentarios:

Publicar un comentario